En el caribe colombiano –también en muchas partes costeras- usamos expresiones que además de graciosas, significan con pocas palabras toda una historia, un ejemplo: Pelar el cobre. La usamos siempre que una persona muestra su verdadero “yo”, algo así como, el mono aunque se vista de seda, mono se queda! Es decir, dejar ver en una conversa o actuaciòn, las diferencias en el conocimiento, carácter y falencias de una persona frente a temas o situaciones cotidianas.
Esta expresiòn es perfecta para cuando alguien se las da de dedo parado que al comer, habla con la boca llena o saca lo cobarde que puede ser cuando la cosa se pone color de hormiga y se ha dado ínfulas de muy valiente.
Me puse a indagar un poco sobre el origen de la expresiòn y vaya sorpresa: está unida a la palabra “oropel”. Desde la antigüedad –no voy a echar un “speach” de historia- se han usado metales nobles para enriquecer los tejidos, por ejemplo, en las aplicaciones (adornos) y luego para formar hilos. Por allá en los siglos IX y X aparece en el Mediterráneo –entre otros sitios- un tipo de hilo llamado “oro de Chipre” u oropel: un alma de fibra textil (seda) que lleva enrollado un hilo de tripa de animal que, a su vez, lleva pegada una lámina metálica. Este tipo de hilo pervivió hasta el siglo XIV. Con la expansiòn musulmana, llegó el algodón y la seda, siendo esa hilada (el alma) en los talleres rurales para abastecer a numerosos talleres.
Con el tiempo, los materiales se hacen menos “preciosos”: la plata dorada sustituye al oro y se añaden aleaciones de latón que imitan el color dorado.
Por eso hoy, cuando decimos: ¡Eche cuadro, ese man peló el cobre! Esta diciendo que no era lo que parecía o se las daba. Todos tenemos el riesgo de que el oropel salga en el momento menos esperado, salvo..que seamos de oro!
Mientras tanto, como decia el maestro Villamil, compositor colombiano, “brindemos por la vida pues todo es oropel”…
Así es Mary… todos tenemos algo de Oropel-
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