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n poco sobre el origen de la expresiòn y vaya sorpresa: está unida a la palabra “oropel”. Desde la antigüedad –no voy a echar un “speach” de historia- se han usado metales nobles para enriquecer los tejidos, por ejemplo, en las aplicaciones (adornos) y luego para formar hilos. Por allá en los siglos IX y X aparece en el Mediterráneo –entre otros sitios- un tipo de hilo llamado “oro de Chipre” u oropel: un alma de fibra textil (seda) que lleva enrollado un hilo de tripa de animal que, a su vez, lleva pegada una lámina metálica. Este tipo de hilo pervivió hasta el siglo XIV. Con la expansiòn musulmana, llegó el algodón y la seda, siendo esa hilada (el alma) en los talleres rurales para abastecer a numerosos talleres.
Así es Mary… todos tenemos algo de Oropel-
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